Nuestro mayor poder

Esta semana leemos de la Tora dos parshiot: Matot y Masei.

Habitualmente recalcamos desde esta columna acerca del cuidado que debemos tener al hacer uso de nuestra palabra. Esta porción de la Torá es un ejemplo mas de la relevancia que se la da a este tema. En el capítulo 30 se presentan las leyes y limitaciones respecto a juramentos y promesas. Se indican los diversos procedimientos para anular o cancelar un voto: “Cuando algún hombre haga a Ds un voto o un juramento asumiendo obligación, no violará su palabra; hará conforme a todo lo que ha salido de su boca.”

¿Acaso en el Judaísmo se permiten las promesas y los votos?

Claramente que sí. Lo que la Torá, el Judaísmo, pide y predica es a actuar con corrección en cada circunstancia de la vida. Abundan los ejemplos en nuestras fuentes.

La Amida (oración silenciosa), comienza con el versículo de Tehilim 51 “Señor abre mis labios y dirá mi boca tu alabanza”. Y al finalizar la Amida cerramos con la frase: “Ds mío preserva mi lengua de la calumnia y mis labios de la mentira”.

En el Talmud de Babilonia, Brajot 17a se relata: “Dice Mar, hijo de Ravina, quien a su vez se inspiró en el salmo 34:13-15 – Hombre: desea la vida, anhelas muchos días para ver el bien? Preserva tu lengua del mal y tus labios de la mentira. Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y persíguela”.

Otras fuentes que se relacionan con el poder de la palabra las encontramos en Mishlei 18:21 “La vida y la muerte están en poder de la lengua” y en 12:18 “El idioma veraz perdurará para siempre y la lengua mentirosa sólo por un instante”.

Quizás esta semana, a través del texto de la Tora que nos interpela, podamos reforzar nuestro vínculo con el valor de las palabras. Retomar el asunto y tomar conciencia una vez más que en nuestra boca está la fuente de bendición o de maldición, de construcción o de destrucción. Según como la utilicemos.

Con cariño y afecto.

Shabat Shalom!

Fernando Lapiduz.
Referente rabínico de la Comunidad Bet-El Madrid.