PARASHAT "EKEV"

 

 

EKEV
Devarim – Deuteronomio 7:12-11:25

Por el Rabino Pablo Berman,
Comunidad Israelita de El Salvador

Parashat Ekev o el Ángel de la noche

Existe un ángel, llamado Laila, relacionado con el nacimiento de los bebés, que en el momento de la fecundación, según nos cuentan los sabios talmúdicos, se acerca a Di’s, Le muestra la pequeña gotita que permitirá el nacimiento de una nueva vida, y Le pregunta: “Ribono shel Olam, Di’s soberano del universo, ¿qué será de esta gotita? ¿Será que el niño o niña que nazca será fuerte o débil, será sabio o no será sabio, será rico o será pobre?” Pregunta por las tres fuerzas del ser humano: la fuerza física, la fuerza mental y la fuerza economica. Sin embargo, el ángel no pregunta si será una persona buena, justa, o si será una persona malvada; si será un tzadik o si será un rashá.

Hakol bidei shamaim, jutz meirat shamaim – “Todo está en manos del cielo, excepto el temor al cielo”. Es decir que, según Rabí Janina, todo depende de Di’s, todo está en manos de Di’s, excepto el hacer lo que Di’s nos pide. Eso depende exclusivamente de cada uno de nosotros, eso está en nuestras manos. Según el Talmud, todo lo que nos pasa depende de Di’s, y hasta Di´s, si quisiera, podria hacer también que Le tengamos temor y reverencia, pero no hace eso. Nos da la opción de elegir; temer y tener reverencia a Di’s o no.

Ma Ado-nai Eloheja Shoel me imaj, ki im leira et Adon-ai Eloheja, lalejet bejol drajav ulehahava oto, ve laavod et Adon-ai Eloheja be jol nafsheja u bejol meodeja.

¿Qué es lo que D’s pide de ti?, se pregunta Moshé de manera retórica, al tiempo que realiza su discurso de despedida al Pueblo de Israel. Dicho de otra manera, no pide nada de ti, solo leira et Adon-ai Eloheja. Di’s no te pide nada, tan solo reverencia, respeto. De aca el concepto tan utilizado en hebreo de Irat Shamaim, literalmente, “temor al cielo”, pero que tiene más que ver con un temor, no de terror, sino de reverencia y de respeto. Y resulta interesante el que Moshé sepa que la reverencia y el amor a Di’s no son algo que se pueda ordenar en un mandamiento; no nos pueden obligar a amar a nadie. Nos pueden exhortar a no matar, y a no robar, pero no a amar o reverenciar. Moshé esto lo sabe. Y la reverencia y el respeto son las únicas virtudes que no podemos aprender de Di’s, que no podemos aprender por imitación ya que Di’s no tiene a quién reverenciar ni a quién respetar. Una de las enseñanzas fundamentales del judaísmo es que somos libres de elegir entre lo bueno y lo malo, libres para descubrir los caminos que nuestra tradición nos propone o rechazarlos. No nos pueden obligar a tomar uno u otro camino. La decisión de si amaremos a Di’s y a las enseñanzas de la Torá, será sólo nuestra.

Analicemos juntos este pasuk:

Ma Ado-nai Eloheja Shoel me imaj, ki im leira et Adon-ai Eloheja, lalejet bejol drajav ulehahava oto, ve laavod et Adon-ai Eloheja be jol lebabja ubejol nafsheja. Ve lishmor et mitzvot Adon-ia Eloheja…?
Y ahora, Israel, ¿qué te pide tu Dios, sino que temas a Di`s, que sigas todos Sus caminos, que Le ames, que sirvas a D`os con todo tu corazón y con toda tu alma,y que guardes Sus mandamientos…?

Temer y amar a Di’s tienen que ver con la relación de cada uno de nosotros con la Divinidad. Seguir Sus caminos, y servirLe, tienen que ver con algo bastante general, sobre lo cual todos podríamos opinar; lo que significa para cada uno de nosotros ir por los caminos de Di’s. Pero el quinto pedido es mucho más concreto; no es sólo ir por los caminos y sentir que soy una buena persona. Finalmente dirá: lishmor et mitzvot adon-ai, “Cuidar los preceptos de Adon-ai”.

Podríamos agregar que el resultado de temer a Adon-ai, será ir por Sus caminos; eso nos llevará a amarLe. Y entendemos que el servir a Di’s, será a través del cumplimiento y del estudio en serio de las Mitzvot.

Por supuesto que nos queda uno de los temas que el judaísmo desarrolla a profundidad, sobre lo que algo ya he mencionado: la libertad de elección. En el judaísmo, y esto nos sirve ahora que nos acercamos a Rosh Hashaná y Iom Kipur, no hay un destino prefijado; yo elijo los caminos, y me atengo a los resultados. El mismo sefer Devarim lo expresa algunos capítulos más adelante: Ree anoji noten lifneijem haiom braja uklala – “Mira, que Yo coloco delante de ti, la bendición y la maldición”.

No dice “He colocado”, sino que el texto lo expresa en presente. Es algo dinámico: cada día nosotros estamos expuestos a esta elección, y el camino bueno y recto, dice el Gaón de Vilna, muchas veces es el más largo, y el más angosto. Los mismos sabios no niegan que hemos sido creados con dos instintos, el bueno y el malo; cada uno de nosotros lo tenemos, cada uno con su porcentaje, y será también nuestra responsabilidad manejar ambos instintos.

Un dato interesante para que analicemos en otro momento: Rabí Shmuel Bar Najman nos dice: cuando Di’s hizo el mundo y Ki tov, ese es el instinto del bien, cuando dijo Tov Meod, ese es el instinto del mal, porque si no hubiera instinto del mal, el hombre no construiría su casa, no tomaría a una mujer por esposa, no tendría hijos.

El Rambam rechaza de manera absoluta el destino, o la idea de que sobre cada uno de nosotros hay un destino prefijado. Porque este pensamiento va en contra de todo el pensamiento que subyace en la Torá y en las Mitzvot. Si hubiera un decreto que estableciera si una persona será buena o mala, tzadik o rashá, no tendría sentido todo lo que ha sido escrito y estudiado acerca del concepto de premio y castigo, que desarrolla la Torá. Justamente por esta mirada judía, donde el ser humano es libre de elegir lo que va a hacer y lo que no va a hacer, si va a seguir el camino de su tradición y el estudio de su tradición o no lo va a seguir, y porque no hay nadie que le obligue, y porque no existe ningún decreto o destino fijado, es que cae sobre el ser humano el sentido de la responsabilidad, y ahí es cuando llegamos al punto central: cuando tomamos conciencia de que podemos elegir. Sin embargo, tenemos que ser lo suficientemente adultos como para darnos cuenta de que cada uno de nosotros será responsable por el camino que elija tomar, y ahí entrará en otro terreno: el del premio o el castigo.

Por eso, cuando volvamos a escuchar el relato del ángel llamado Laila, frente a Di’s haciendo las tres preguntas, “Ribono shel Olam, Di’s soberano del universo, ¿qué será de esta gotita? ¿Será que el niño o niña que nazca será fuerte o débil, será sabio o no será sabio, será rico o será pobre?”, comprenderemos por qué no pregunta si será Tzadik o rashá, porque eso depende de nosotros, solamente de nosotros y de nuestra responsabilidad como seres humanos.

Shabat Shalom Umeboraj,

Rabino Pablo Berman

Este comentario de la Parashá es realizado por la Unión Judía de Congregaciones de Latinoamérica y el Caribe y puede ser reproducido citando su origen.
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Enviado por el Rabino Gustavo Kraselnik, de la Congregación Kol Shearith Israel, Panamá.

 


Reflexiones sobre la Parasha

Parashat Ekev

¿QUE ES LO QUE EL SEÑOR TU DIOS PIDE DE TI, SINO (SOLAMENTE) QUE TEMAS AL SEÑOR TU DIOS?

Por Nejama Leibowitz

Y ahora oh Israel, qué es lo que el Señor tu Dios pide de ti, sino solamente que temas al Señor tu Dios, que andes todos Sus caminos y que Le ames
y que sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma;10,12
que guardes los mandamientos del Señor y Sus estatutos
que Yo te prescribo hoy, para provecho tuyo.10, 13

Los conceptos "amor" y "temor" que se repiten frecuentemente en las Parshiot Veatjanan y Ekev, son presentados allí como el fin último del hombre sobre la tierra, cuyos actos y deberes a cumplir, son solamente etapas preparatorias y medios para alcanzar tal fin. Por tal razón estos conceptos no se dan a ser enseñados y explicados en una ni en varias lecciones. Ya hemos rozado el concepto de "amor" en la lección anterior. En ésta nos referimos al concepto "temor", que aparece como un requerimiento anterior al "amor".

La relación entre estos dos requerimientos, el de temer y amar, es un poco confusa y compleja, pareciendo contradictoria a primera vista. Pero lo paradójico de estos dos requerimientos ya lo han señalado con anterioridad nuestros Sabios, en el Midrash Tanaim:

"No existe amor donde hay temor, ni temor donde hay amor, salvo con relación a Dios".

Pero la expresión: "¿Qué es lo que el Señor tu Dios pide de ti, sino solamente que temas al Señor tu Dios?" es de difícil y extraña comprensión. Puesto que el pronombre interrogativo "qué" entraña un diminutivo. Como por ejemplo:

¿Qué viene a ser el hombre para que tengas de él memoria? Tehilim 8, 5
¿Qué viene a ser el hombre, para que Tú lo magnifiques? Job 7, 17
¿Cuál es mi fortaleza para esperar aún?
Job 6, 11 Nuestros Sabios expresan su asombro (Berajot 33 b)

"Qué es lo que el Señor pide de ti, sino solamente que temas ... ": ¿acaso el temer a Dios es algo tan insignificante?

Y allí mismo encontrarnos la siguiente respuesta:

Ciertamente, para Moshé, el temer a Dios es algo insignificante, y como lo dijo Rabí Janina supongamos que a alguien le solicitan en préstamo un objeto importante, y lo posee, lo considera como algo insignificante, pero a otro que le solicitan algo insignificante y al no poseerlo, le parece algo muy importante.
Pero esta respuesta aún no satisface, ya que muchos la rebaten preguntando:

¿Cómo es posible que el gran maestro Moshé, el más grande de todos los Sabios, y bella expresión de la perfección humana, mida a las masas humanas con su propia vara?

¿Acaso no sabía Moshé que lo que resulta insignificante para él, para la mayoría de la gente es algo que se encuentra en la cumbre de la perfección humana y que solamente en el esfuerzo unido de todas las facultades anímicas, puede el hombre, luego de agotadora labor, comenzar a acercarse a dicha meta? ¿Y sobre un grado tan importante puede hablarse en el estilo de "qué es lo que el Señor pide de ti, ... solamente que temas . . ."? ¿Es acaso apropiado hablar de tan elevada categoría en estilo diminutivo: "qué"?

Creemos que pueden explicarse todas estas preguntas, por intermedio de un mejor conocimiento de la personalidad de Moshé, de quién fue dicho:

Y el varón Moshé era muy modesto, más que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra. Bamidbar 12, 3

Y quizás, por ello, no conoció la distancia enorme que lo separaba de todos los demás, ni se percató de la diferencia entre lo exigido a él, y lo exigido a los demás.

Sin embargo, distinta es la explicación dada por Rambán considerando insignificante la exigencia, aún para todos los demás hombres:

"¿Qué es lo que el Señor tu Dios pide de ti? . . ." está relacionado con el final del versículo: "Para tu provecho", entendiéndolo de esta manera: El no exige de ti ningún sacrificio para Su provecho, sino para el tuyo, en el sentido del versículo (Job 35, 7): "Si eres justo, ¿qué Le das, o qué toma El de tu mano?", todo es para tu bien.

En otras palabras, la facilidad o la dificultad de una exigencia se mide de acuerdo con el sacrificio implícito en su cumplimiento. Pero si el hombre comprende lo que le dice la Torá en estos dos versículos:

. . Qué es lo que el Señor tu Dios pide de ti, sino solamente que temas al Señor ...
10, 12 y que guardes los mandamientos del Señor ... para provecho tuyo.
10, 13 y que el temer, amar y servir, con todo corazón y alma, y que el cumplir los preceptos, no significan un sacrificio, una concesión, sino el verdadero bien - entonces, llegar a temer a Dios, le resultará muy fácil.

Otra explicación de nuestros versículos nos presenta Rabí Yosef Albo en el "Séfer Ha-ikarim" (Libro de los Principios) 3, 31, que comienza citando la pregunta de Talmud Berajot: ...plantearon una pregunta acerca de este versículo. Dijeron: "¿Es el temor tan pequeña cosa"? Y la respuesta fue: "¡Sí, para Moshé es realmente una pequeña cosa!". La respuesta no es satisfactoria. Pues el contendiente puede decir que no es correcto que el acaudalado diga al pobre que nada tiene: "Sólo te pido mil monedas de oro". Para un pobre es una enormidad y muy dificultoso el conseguir mil monedas de oro. No es correcto que el hombre rico hable así. Más bien es absurdo.

Y para responder a esta pregunta, profundiza en la comprensión del versículo, por lo que citaremos su respuesta a pesar de ser extensa.

 

El objetivo que el alma es capaz de alcanzar mientras reside en el cuerpo mediante el cumplimiento de los mandatos de la Torá, no es otro que la adquisición permanente de una disposición a temer a Dios. Y cuando adquiere este atributo del temor a Dios, el alma se ha elevado y está preparada para alcanzar la vida eterna. De aquí la expresión en la Torá (Devarim 10, 20): "Al Señor tu Dios temerás", que es al mismo tiempo un mandamiento especifico y un principio general que abarca todos los mandamientos de la Torá o gran parte de ellos. Porque el temer es la disposición que se adquiere mediante los mandamientos de la Torá y es la más noble disposición que el hombre puede adquirir, y puede ser adquirida sólo después de grandes penurias y esfuerzos. El patriarca Abraham no fue denominado "temeroso de Dios" hasta que hubo salido airoso de sus pruebas.
Entonces fue dicho acerca de él (Bereshit 22, 12): "Pues ahora conozco que tú eres temeroso de Dios", es decir que has alcanzado el más noble carácter que un hombre puede alcanzar en este mundo a fin de merecer la vida en el mundo por venir. Por esta razón la Torá llama la atención en muchos lugares a esta disposición, (Vayikrá 19, 32) : ". . , y temerás a tu Dios, Yo soy el Señor"; (Devarim 6, 13): "Temerás al Señor tu Dios". Y debido a que es extremadamente difícil alcanzar esta cualidad, y que no obstante puede ser alcanzada mediante el cumplimiento de los mandamientos del Señor, dijo, con tal razón, la Torá (Devarim 10, 12-13) : "Y ahora, oh Israel, ¿qué es lo que el Señor tu Dios pide de ti, sino solamente que temas al Señor, tu Dios, que andes en todos Sus caminos, y que Le ames, y que sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma; y que guardes los mandamientos del Señor y Sus estatutos que yo te prescribo hoy, para provecho tuyo?". La interpretación de este pasaje es la siguiente: Moshé está explicando al pueblo la bondad extraordinaria de Dios. Es lógico, que para alcanzar la perfección del alma debe el hombre temer a Dios, andar en Sus caminos, amarle y servirle con todo el corazón y con toda el alma. Pero, ya que es muy difícil alcanzar el grado requerido de temor, amor y adoración, de todo el corazón y de toda el alma, facilitóle Dios al hombre, y en lugar de todo esto ordenóle tan sólo guardar los estatutos de Dios y Sus mandamientos, y con esto será alcanzado el grado de la disposición que se puede obtener mediante el servir con todo el corazón y con toda el alma.

El significado del mencionado pasaje será entonces el siguiente: Y ahora, oh Israel, considera la maravillosa bondad de Dios. ¿Qué pide de ti? En lugar de temer a Dios, en lugar de andar en Sus caminos y en lugar de amarle y en lugar de servirle con todo tu corazón y con toda tu alma - todo lo que estás obligado a hacer - te pide
sólo que "guardes los mandamientos del Señor y Sus estatutos que yo te prescribo hoy para tu provecho". Es decir: todo esto es para tu provecho, pues cumpliendo los mandamientos de la Torá será alcanzado el objetivo humano, que hubiera sido correcto que el hombre lo alcance con gran labor y con enormes fatigas mediante el temer, el amar y el servir a Dios de todo corazón y de todo alma.

Según lo expuesto, el "temor a Dios" no es una exigencia de fácil cumplimiento, "algo insignificante", por el contrario es una categoría elevada, a la que Abraham llegó sólo después de atravesar todas las pruebas. Pero, en realidad, Dios no requiere de nosotros un logro de tan elevado grado. Ajustándonos a la explicación que R. Yosef Albo da a nuestro versículo, Dios sólo exige de nosotros el cumplir Su voluntad en la conducta cotidiana; la realización de la voluntad de Dios hora tras hora. El diario cumplimiento de lo prescripto en la Torá nos conducirá
poco a poco a esta elevada categoría espiritual del temor a Dios.

En lugar de la elevada categoría de la cual habló Rambam, y que luego de alcanzarla el hombre "retrocederá temblando, lleno de temor y susto, ante la evidencia de que es una criatura insignificante, baja y oscura, portadora
de una inteligencia liviana y minúscula, frente a la Fuente de la Sabiduría",[1] categoría que para alcanzarla son necesarias solamente, contemplación, meditación y comprensión, R. Yosef Albo - en cambio - afirma, que el Señor
sólo nos pide realización. Realizar mandamientos, cumplir decretos, en una palabra, vivir de acuerdo a la Torá.

Solamente ello nos ha de conducir al elevado grado del "temor a Dios". De esta manera se explica también la interpretación del Talmud: que para Moshé es ello algo insignificante. R. Yosef Albo sigue diciendo:

Pero de acuerdo a nuestra interpretación no hay dificultad alguna en la comprensión del versículo en estudio. Dios no exige algo difícil de alcanzar. Pide tan sólo el cumplimiento de los preceptos de la Torá, pues la cualidad del temor, mediante la que se puede alcanzar la perfección humana es consecuencia del cumplimiento de los preceptos de la Torá. Así también lo entendió David que dijo (Tehilim 111, 10):

"El temor del Señor es el principio de la sabiduría: de buen entendimiento son aquellos que los hacen (Sus preceptos)". Quiso decir con ello que lo principal de la sabiduría es alcanzar el "temor a Dios", pues la palabra "réshit"[2] (=principio), tiene aquí el mismo significado que la expresión (Amos 6,6) "con los ungüentos más selectos". Nuestros Sabios comentaron la continuación: "De buen entendimiento son aquellos que los hacen". Dijeron (Berajot 17a) : Está escrito "que los hacen", pero no está escrito "que los estudian", para enseñarnos que el cumplimiento de los mandamientos conduce al objetivo que prevé la inteligencia y que todos están de acuerdo en que es el último fin del hombre.

El versículo de Tehilim es citado como demostración que a este "buen entendimiento" llegará el hombre, no por intermedio de la contemplación, sino por medio de la acción. Ese "buen entendimiento" es precisamente "lo principal de la sabiduría", y el autor del Séfer Ha-ikarim no está de acuerdo en traducir "réshit" = comienzo, es decir etapa primaria, grado preparatorio de la sabiduría, tras el cual se llegará a un grado superior, sino como lo fundamental, principal y selecto de la sabiduría. Como prueba que no existe más sabiduría que ésta, cita el versículo de Job, donde el Señor mismo atestigua: Y dijo al hombre: ¡He aquí que el temor del Señor es la sabiduría! 28, 28

Tomado de: “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibowitz, publicado por el Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora de la  organización Sionista Mundial, Jerusalén, 1986Págs.Págs.261-266

[1] Mishné Torá, "Hiljot Yesodé Hatorá" (Reglas Básicas de la Torá), capítulo 11, regla 1 y 2. Citado íntegramente en la lección de la parashá Vaetjanán.

[2] El vocablo "réshit" que Albo traduce: selecto, principal, puede también traducirse: comienzo, origen, génesis, etc. De allí que el autor utilice el versículo de Amos, como testimonio de su traducción-interpretación. Ya que en el versículo de Amos es obvia la traducción "réshit"=selecto. (N. del T.)


Mitzvot

428. No beneficiarse de la idolatría o sus artículos
429. No beneficiarse indirectamente de la idolatría
430. Bendecir al Eterno luego de la comida
431. Amar a los conversos justos
432. Venerar al Eterno
433. Adorar al Eterno a diario con plegarias
434. Adherirse a los entendidos en Torá
435. Prometer fidedignamente por el Nombre de Dios


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