
Mario Karpuj, rabino de la Comunidad Bet-El de Madrid nos comenta la parashá de la semana, el gran mensaje de esta semana es que sea donde vayamos el Eterno ha prometido estar con nosotros. #israel #judaismoenespañol #masorti #judaismoenespaña #sefarad
Torá para este momento 
 Rabino Ehud Bandel 
 Jefe del Tribunal Rabínico de Conversión de
 la Asamblea Rabínica de Israel, Av Beit Din
 28 Noviembre 2024 / 27 Mar Jeshvan 5785
“No extiendas tu mano contra el muchacho” (Génesis 22:12)
 Vivimos en una realidad demencial en la que nos
 despertamos cada mañana con ansiedad, temerosos de oír
 a los medios de comunicación decirnos que “ahora están
 autorizados a hacer públicas” las noticias de otra víctima
 más de la guerra y el terrorismo.
 El poeta hebreo Jaim Guri, en su poema “Herencia”
 (“Yerushá”), escribe que Isaac legó a sus descendientes ese
 momento horrible de su atadura y casi sacrificio: “Nace
 con el cuchillo en el corazón”.
 El espíritu de sacrificar a sus hijos ha sido parte de la
 historia del pueblo judío desde el amanecer de su
 existencia. Desde Abraham, quien ató a su hijo Isaac en el
 altar, pasando por las historias de una madre (Jana) y sus
 siete hijos, hasta nuestros días, en persona, con Rivka
 Guber y Miriam Peretz, cada una de las cuales perdió dos
 hijos en las guerras de Israel.
 Su sacrificio es, de hecho, un excelente ejemplo de la
 dedicación y el autosacrificio que nuestra tradición llam
 “kidush haShem”, la santificación del nombre de Dios. Si
 embargo, si hay algo que la historia de la Akedá, el casi
 sacrificio de Isaac por parte de Abraham, nos enseña, no es
 que debamos estar dispuestos a sacrificar a nuestro
 propios hijos, ¡sino todo lo contrario! ¡Dios no desea
 sacrificios humanos! El nombre de Dios se santifica a través
 de nuestras vidas, y debemos hacer todo lo posible para
 protegerlas.



