
Todos sabemos el significado de la palabra MAJANÉ, pero seguro que si preguntásemos a cada uno de los que han participado alguna vez en uno las respuestas serían muy distintas. Porque más que un lugar, más que un espacio y un tiempo compartidos…un MAJANÉ es una experiencia: una experiencia de convivencia donde algo común nos reúne a muchos muy diferentes. Y esa diferencia fortalece lo que nos une. Es difícil explicarlo con palabras…pero el que estuvo alguna vez en un MAJANE lo sabe.
Como lo sabemos todos los que hemos participado en el MAJANÉ FAMILIAR de este fin de semana. Unos días donde hemos compartido risas (muchas), abrazos (muchos), charlas, peulot, trabajo en equipo, confidencias, juegos (con trampas y sin trampas). Días donde hemos bailado (también rikudim) y cantado juntos, amasado jalot juntos, disfrutado el shabat juntos…y donde daba igual ser madrij, janij, madrija, janija…todos desde nuestro lugar (y nuestras procedencias diversas) hemos contribuido a que estos días fueran muy especiales.
Especiales como la hamburgueseada y el asado del sábado, como los desayunos con cafés dobles… y triples; inolvidables como esa peulá tan divertida que nos organizaron espontáneamente los peques de Dolfinim, o la aventura de salir a cazar gamusinos (una costumbre española) que los más pequeños también disfrutaron mucho, y las excursiones como esa nocturna por el bosque, donde el que podía ayudaba al que no podía, donde el que alcanzaba ayudaba al que no llegaba…y donde TODOS JUNTOS (grandes y chicos) hemos hecho que estos días se poblaran de esas vivencias y esas emociones que son tan difíciles de explicar, pero en las que uno se reconoce cuando se reúnen en un par de palabras: MAJANÉ FAMILIAR.
Este ha sido el segundo que hemos hecho en nuestra comunidad en los últimos años, y solo uno de los muchos que esperamos vendrán.
Gracias a la comisión organizadora y a todos los participantes, por hacerlo posible.