Rosh Hashaná 5786

Queridos miembros y amigos de Bet El,

Queda muy poco para que comience el nuevo año judío. Terminamos un año doloroso, difícil y complejo, tanto para Israel como para la diáspora. Hace mucho tiempo que no veíamos ni sentíamos este odio indiscriminado, ignorante, que expresa los más viejos clichés sobre nuestra condición de judíos y de sionistas. La tragedia del 7 de octubre parece hoy que no hubiese ocurrido, ni que sigan muchos de nuestros hermanos secuestrados por quienes en ningún momento han querido la paz y la convivencia, por quienes han desatado estos terribles y trágicos momentos, y que poco se han preocupado de su propia gente, que también los padece.

Por otro lado, incluso en un contexto tan difícil como el que acabamos de sintetizar, en Bet El hemos terminado este año con eventos que nos emocionan y que nos hacen seguir apostando por la vida, que nos hacen seguir eligiendo la vida frente a las adversidades, la inquina y el odio que nos golpea. Juntos, una vez más, hemos podido terminar esta última semana del año con logros que reafirman nuestro sentido comunitario: hombres y mujeres que terminaron su proceso de Guiur, otro Bar-mitzvá que nos hace sentir la fuerza de la transmisión, y un hermoso Parojet que cubre nuestro Aron Kodesh y que representa, gráficamente, la esencia de lo que entendemos es el judaísmo: unas fuertes raíces que milenariamente nos anclan en una tradición espiritual y de valores, un sólido tronco que nos mantiene presentes y atentos a nuestra condición judía tanto individual como de pueblo, y unas ramificaciones variadas y plurales, llenas de frutos de los que cada uno cuenta una historia, y que ilustra esa pluralidad y creatividad judía que tanto protegemos de cualquier tendencia o tentación totalitaria y homogeneizante. Porque si hay algo difícil de preservar en estos tiempos de oscuridad es aquello que somos; porque a veces es difícil seguir fieles al conocido aforismo talmúdico, que tiene hoy toda su fuerza: “Si no miro por mí, quién mirará por mí. Si sólo miro por mí, quién soy. Si no ahora, cuándo”. Hillel nos propone cuidar de nosotros sin por ello perder aquello que nos ha definido como pueblo de convivencia, de paz y de libertad. Y la responsabilidad de nuestro compromiso es hoy.

Les deseamos a todos un año lleno de cosas dulces, que nos traiga paz, que traiga a casa a nuestros hermanos que siguen en cautiverio, que nos dé la oportunidad de realizar proyectos de vida y siempre con el deseo de seguir juntos y unidos en la construcción de un judaísmo vibrante, plural y solidario.

Shaná Tová Umetuká

La Junta Directiva