El hogar judío

“¡Ma tovu ohaleja Iaakov, mishkenoteja Israel!”
“¡Que buenas son tus tiendas Iaakov, tus residencias Israel!”

¿Quién no conoce estas celebres palabras? Las recitamos cada mañana al rezar Shajarit, o al ingresar a una Sinagoga o Beit Midrash.
La fuente de estos versículos es nuestra Parashá: Balak. Y salieron de la boca de, nada mas y nada menos, el profeta Bilam.

En esta Parashá, Balak, el rey de Moav, al ver que ningún ejercito podía vencer al Pueblo de Israel en su avance hacia la Tierra prometida, decide “contratar” los servicios del profeta Bilam para maldecirlo.
Sin embargo, en el momento en que este ve al pueblo de Israel, sorprendentemente, “por arte de magia”, en lugar de maldecir comenzó a bendecir. ¿Y qué fue lo que dijo el profeta Bilam?
Él pronunció esta famosa frase, que se convirtió, con el paso del tiempo, en un símbolo que destaca la hermosura de los espacios de estudio y de plegaria de nuestro Pueblo, y del hogar judío.

Este es el tema principal, posiblemente, de esta parashá: la familia judía, el hogar judío.
Muchas veces hablamos en el judaísmo que no hay nada más importante que el hogar judío, que la familia judía. Y no son solamente palabras, no son solo ideas. Sino que es la verdad.
Para el judaísmo lo más importante son los fundamentos de un hogar.
Pero hay una diferencia entre la casa judía y el hogar judío.

El profeta Bilam entendió que hay una diferencia entre Ohel y Mishkan. Entre tienda y hogar.
Tienda es un lugar donde habitamos, es tan solo un sitio que nos protege del sol, de la lluvia, del frío y del calor.
Pero un Mishkan, un hogar, un lugar donde vivimos, no es solamente un lugar donde habitamos. Es un sitio que tiene contenido, que tiene significado, que tiene espiritualidad y en el que no solo cohabitamos juntos sino que vivimos nuestras vidas de significado judío y humano.
El judaísmo nos enseña que tenemos que tener nuestra pareja, nuestros hijos, nuestra familia, pero sobre todo nuestro hogar judío.
Nuestros hogares, que no sean solamente techo y paredes, sino que deben estar repleto de contenido, de estudio, de valores, de espiritualidad, de vivencia judía, de diálogo, de respeto, de plegaria.
De todo aquello que transforma a nuestra familia y a nuestro habitat, en un gran hogar, en un Mishkan, en un Santuario.

Con cariño y afecto.
Shabat shalom.
Fernando Lapiduz.
Congregación Masorti Bet-El, Madrid, España.