Parashat Shemot: la vara, la zarza, la angustia

Dios le ordenó a Moshé que llevara a Egipto “esta vara … con la cual harás las señales” (Shemot 4:17). Según los Sabios, este bastón se creó durante el crepúsculo del sexto día de la Creación y se transmitió como un legado de generación en generación, hasta que llegó a Itró.

En la obra del maestro de Rabbi Akiba, “Pirke de Rabbi Eliezer”, se enumeran los “descensos” de Ds y lo que sucedió en cada uno de ellos. Al respecto se relata lo siguiente:

El quinto descenso fue cuando bajó a la zarza, como está dicho: “He bajado para librarlos de los egipcios, etc.” (Shemot 3:8). Dejó todos los montes para bajar en medio de la pequeña zarza, zarza que significa angustia y opresión, toda ella espinas y zarzos. ¿Por qué vino a habitar en medio de la angustia y la opresión? Porque vio a Israel en una gran angustia y para que se cumpliera lo que había sido dicho: “El se angustia con ellos en todas sus angustias” (Isaías 63:9).
Rabi Leví decía: La vara que fue creada en el crepúsculo se entregó al primer hombre en el jardín del Edén, y Adam la entregó a Enosh, y Enosh la entregó a Noaj, y Noaj la entregó a Shem, y Shem la entregó a Abraham, y Abraham la entregó a Yitzjak, e Yitzjak la entregó a Yaakov, y Yaakov la bajó a Egipto y la entregó a su hijo Yosef. Cuando Yosef murió saquearon su casa y la vara fue depositada en el palacio del Faraón.
Uno de los adivinos de Egipto, llamado Itró, al ver la vara y los signos que en ella había se encaprichó de ella y la tomó y se la llevó y la plantó en medio del jardín de su casa. Luego de plantarla nadie podía acercarse a ella. Cuando Moshe llegó y entró en el jardín de la casa de Itró y vio la vara y leyó los signos que en ella había, alargó su mano y la tomó. Entonces Itró, al ver a Moshe, dijo: “Este es el que ha de salvar a los israelitas de Egipto”. Por esta razón le entregó a su hija Tzipora por esposa, como está dicho: “Asintió Moshé permanecer con el hombre (Itró) y él dio a Tzipora, su hija, a Moshe (como esposa)”. (Shemot 2:21)

Varias enseñanzas nos regala este maravilloso Midrash.
Que la presencia Divina puede habitar frente a nuestros ojos y, a pesar de su grandeza inconmensurable, tener los sentidos “bloqueados” y no percibirla. Así como le ocurrió a Moshe con el episodio de la zarza que ardía sin consumirse. Es bueno estar siempre atentos y predispuestos a recibir en el corazón la maravilla de la Revelación Divina.

De la relación entre Moshe y un simple trozo de madera, y de él mismo con su futura esposa, podemos deducir que nuestros vínculos con los objetos y las personas tienen un origen y una razón de ser que va más allá de nuestra comprensión. Y es por eso que siempre es preferible vincularse amorosamente con el Universo, pues Ds mismo habita allí, en eso y en ello.

El Creador siempre nos acompaña y está a nuestro lado, descendiendo de sus alturas celestiales, en momentos de angustia. Depende de cada uno de nosotros no perder la fe en Él y renovar nuestra confianza en la misión que nos tiene deparada para nuestra existencia.

Con cariño y afecto,
Shabat Shalom,
Fernando Lapiduz,
Referente Rabínico y Guía espiritual de la Congregación Masorti Bet-El, Madrid.