Parashat Vaierá
“Alzó los ojos y vio que tres hombres estaban parados frente a él. Cuando los vio, corrió a su encuentro desde la puerta de su tienda, se inclinó hacia la tierra y dijo “¡Señores míos!, si he hallado gracia a tus ojos, por favor no pasen sobre tu sirviente. Por favor, les será servido un poco de agua. Laven sus pies y descansen bajo el árbol. Traeré pan para que sustenten su corazón y después continuarán su camino, pues por esto han pasado Ustedes frente a (mi casa, la casa de) su servidor”. (Bereshit 18:2)
Esta semana la Torá nos relata el episodio de Abraham recibiendo a visitantes, que luego resultan ser ángeles enviados desde el Cielo, cosa que él en un principio ignoraba.
Este celebre párrafo es tomado como modelo del paradigma de hospitalidad en nuestra Tradición, habida cuenta de la iniciativa y premura que ocupó a nuestro Patriarca por atender a desconocidos que pasaban por el lugar. Abraham Avinu se apresura para abrirles su hogar, a estos tres “hombres”: “Cuando los vio, corrió a su encuentro”, dice con énfasis la Torá.
Cuando los recibe sucede algo curioso, les ofrece agua para beber, agua para lavarse los pies, sombra y pan. Lo extraño no es su ofrecimiento, sino lo que hace: le pide a su esposa Sara que amase panes, escoge un ternero especialmente tierno, “entonces tomó crema, leche y el ternero y se los sirvió” junto con los panes de Sara “y se quedó de pie junto a ellos, mientras ellos comieron” (Genesis 18:8).
Existe un dicho popular en castellano “el que mucho habla, poco hace”. Podríamos decir que nuestro Patriarca Abraham es la antítesis de este refrán. Él se asegura primeramente de que los visitantes acepten su oferta sencilla de pan-agua-higiene, imprescindible en esas circunstancias, que nadie podría rechazar en el desierto. Quizás, si les hubiera dicho en un inicio que tendrían que esperar todo el tiempo necesario para sacrificar un ternero, preparar las comidas, hornear los panes, etc, los visitantes no hubieran aceptado.
Pero Abraham no lo hace así, él actúa de acuerdo a lo que nos enseña el Talmud (Baba Metzia 87a): “Rabi Elazar dijo: De aquí aprendemos cual es la forma de actuar de un Tzadik: hablar poco y hacer mucho”. Abraham fue, es y será un ejemplo para nosotros en muchos aspectos. También en este. Él actúa antes de decir demasiado ni de prometer mucho, apenas lo mínimo, se apresura al encuentro del prójimo, a ayudarlo, sin discursos ni promesas que no sabe si podrá honrar.
“Yehuda ben Teimá decía: se fuerte como el leopardo, ligero como el águila, veloz como la gacela, valiente como el león para cumplir la voluntad de tu Padre que está en los Cielos” (Mishná, Pirkei Avot 5:20)
Te abrazo con cariño y afecto.
Shabat shalom.
Fernando Lapiduz.
Referente rabínico, Congregación Masorti Bet-El Madrid, España.