¿Qué es valiente?

“¿Eize hu guibor? Hakobesh et yetzró”, “¿Quién es fuerte? Aquel que gobierna a su instinto” (Pirké Avot)

Nuestros Sabios vinculan una cualidad especial con cada uno de nuestros Patriarcas: Abraham con Jesed (bondad), Itzjak con Guevurá (valentía) y Iaakov con Emet (verdad). Cuando repasamos los relatos de la Torá, puede resultar complicado entender la razón por la que Abraham está relacionado con Jesed, teniendo en mente el episodio de Ishmael echado de su casa, o del (casi) sacrificio de su hijo Itzjak. De la misma manera, es difícil comprender por qué Yaacov, quien es recordado por haber engañado a su padre y a su hermano Esav para obtener su primogenitura, debería asociarse con la cualidad de la verdad.

Sin embargo, quizás lo más extraño de todo es la asociación de Itzjak con Guevurá: valentía o heroísmo. ¿Dónde encontraron los Sabios algún episodio relacionado con la valentía en su vida? Justamente, cuando pensamos en Itzjak, se me viene a la cabeza inmediatamente su pasividad en la Akeidá (el intento de sacrificio por parte de su padre Abraham, cancelado a último momento desde el Cielo). Luego de esto, su vida será vivida a la sombra de este traumático acontecimiento.

Pero en la parashá de esta semana nos encontramos con este versículo: “Itzjak había vuelto a cavar los pozos de agua que habían cavado en los días de su padre Abraham…” (Gen. 26:18).

Posiblemente, este es el acto que atrajo la atención y la admiración de los Jajamim. Itzjak vuelve a cavar los pozos de su padre, que habían sido tapados por los filisteos. Al hacer esto, él demuestra una valentía muy poderosa. 

Fuerte no es el que conquista reinos lejanos, el que tiene grandes ejércitos. Fuerte es aquel que lleva a cabo la batalla dentro de sí mismo y logra vencer su Yetzer Hará, su instinto negativo.

Muchos de nosotros somos valientes cuando se trata de pelear nuestras propias batallas y de defender nuestra reputación. Pero se necesita mucho mayor coraje para librar una batalla donde el mérito no es nuestro, o donde no estamos librando nuestra propia pelea para abrirnos nuevos caminos.

Itzjak, que tenía muchas razones para sentir que había pasado su vida a la sombra de su padre Abraham, encontró el valor para dejar de lado su propia agenda personal y perpetuar el legado de su progenitor. No solo volvió a cavar los pozos de su padre, sino que enfatizó su compromiso de continuar con su legado. Como nos dice la Torá en la continuación del versículo citado aquí arriba: “…y llamó a los pozos con los mismos nombres que su padre los había llamado”.

¿Qué es el heroísmo? Para nuestra Tradición, es dejar de lado las ambiciones personales en pos de una meta mayor. La respuesta del Pirke Avot antes citado, que podría traducirse como “El que logra vencer sus propias tentaciones”, nos enseña que al dejar de lado el ego y la ambición personal, y comprometerse a consolidar el legado de su padre, Itzjak se hizo digno de ser un modelo de heroísmo y valentía a seguir por todos nosotros.

Shabat Shalom.

Con cariño y afecto.

Fernando Lapiduz.
Referente Rabínico de la Congregación Masortí Bet-El, Madrid.