El largo regreso a casa

 

Al caer el sol el próximo Domingo 27 de Setiembre, y hasta la aparición de las primeras estrellas de la noche del lunes, atravesaremos la jornada más sagrada del año: Iom Kipur, el Día del Perdón. Durante esas 25 horas pediremos a Ds que nos perdone las transgresiones hacia El, no si antes haber reparado nuestros vínculos con nuestros semejantes, habiéndoles pedido perdón antes a ellos por toda mínima ofensa.

El día de Iom Kipur tiene un significado único para todo el pueblo judío, tal es así que incluso aquel que durante todo el año se mantiene alejado de los rituales y observancia religiosa, encuentra en este día una motivación para el acercamiento a “la religión”. Como alguna vez escuche decir a un maestro en forma jocosa “pareciera como si fuéramos masoquistas: tenemos cada semana al Shabat para celebrarlo, comer y beber con la familia y disfrutarlo en toda su dimensión; tenemos todas las Fiestas Pesaj, Shavuot, Sucot, para compartir con nuestros seres queridos en un ambiente de alegría; incluso tenemos Purim para bailar disfrazados y beber un poquito de mas, etc, etc…. Sin embargo el día que tiene un mayor índice de observancia entre los judíos es Iom Kipur, un día en que nos pasamos el día entero en la Sinagoga rezando en un ambiente extremadamente solemne, no se puede comer ni beber, no se puede calzar calzado cómodo, no se puede bañar, ni mantener relaciones intimas con el cónyuge…”

Según la grandiosa poesía litúrgica Unetane Tokef, Iom Kipur es el momento en el cual Ds rubrica el veredicto que fue dictado en el Día del Juicio (Rosh Hashaná) sobre todas su criaturas.

Es por eso que estos Aseret Iemei Teshuvá son tan relevantes, puesto que a lo largo de las jornadas que transcurren entre Rosh Hashaná y Kipur, y tal como lo declara esta famosa poesía, “la Teshuvá, la Tefila y la Tzedaká atenúan el rigor del veredicto”.

Durante diez días, tenemos la oportunidad de modificar el “juicio divino”, mediante el “arrepentimiento, la plegaria y la Tzedaká” (justicia social). El último de esos diez días es Iom Kipur, momento en el cual las puertas del cielo se abren de par en par para recibir las sentidas súplicas que salen de nuestros corazones.

Por eso Iom Kipur es una jornada profundamente trascendente. Es tan espiritual que renunciamos a casi todas las cosas terrenales para poder dedicarnos lo máximo posible a nuestro espíritu. Este día es único en el año, de una dimensión espiritual sin comparación a otra jornada.

Sin embargo, para que el objetivo del cambio sea verdaderamente relevante, su mensaje debe impactar profundamente en nuestro regreso a la rutina. Aunque nos dediquemos en Kipur, con todas nuestras fuerzas y verdadera intención al ayuno, la oración e incluso, nos arrepintamos sinceramente, de poco servirá si, al regresar al día siguiente a nuestra rutina, no incorporamos los cambios que decidimos llevar a cabo durante ese día espiritual en nuestra búsqueda interior.

Lo que hace único al día de Iom Kipur es la oportunidad que tiene para transformarnos, principalmente en el día a día, y no solo en las alturas celestiales.

Que Ds nos permita realizar durante estos días un verdadero cambio en pos de lo relevante y trascendental en nuestra vidas.

Que Ds nos inspire con la fuerza y la bendición de abrazar los días cotidianos con esa misma altura espiritual que alcanzamos en Iom Kipur, transformándonos a nosotros mismos y a quienes nos rodean para el bien.

Los abrazo con cariño y afecto deseándoles un Kipur significativo.

Ketivá vejatimá tova. Que seamos inscriptos y rubricados en el Libro de la Vida.

Fernando Lapiduz.
Referente rabínico de la Comunidad Masorti Bet-El, Madrid.